
El Pino de la Mano de Dios, el sobrenatural pino-micropinar

La Mano de King Kong
El Pino de la Mano de Dios también es conocido como Pino Santo o como La Mano de King Kong. Se trata de un montaraz y maravilloso ejemplar de Pinus canariensis, tímidamente escondido entre lo inclinado y lo verde del norte de Tenerife. Se localiza (28°22’56.3″N 16°28’43.5″W) en una zona a menudo bañada por las nieblas, a 1.440 metros de altitud en el Lomo de La Resbala, dentro del Paisaje Protegido del mismo nombre.
![]() |
Foto: Juan Guzmán |
En su centro queda un enorme hueco que asemeja a la palma de una mano, mientras que las pernadas parecen enormes dedos. Sobre este lecho mullido en pinillo cabe una persona incluso tumbada. Un poco más arriba, una nueva bifurcación brinda un trono digno del mismísimo Conan el Bárbaro. Su altura se ha calculado en 25 metros y su edad seguramente nos trasponga a la época de la conquista insular.
Espectáculo en cada ángulo
La mayor parte de los árboles, y en especial los pinos, resultan muy poco cambiantes al recorrer su perímetro. Por el contrario, rodear el Pino de la Mano de Dios es todo un espectáculo, ya que su fisionomía varía con cada ángulo. Llama la atención, tal y como me comenta un emocionado David, los cordones que aparecen en algunas partes de su corteza, recordándonos a los graciosos molletes de un bebé rollizo.
Desde un punto de vista científico, este pino tiene una morfología muy atípica. Pinus canariensis es una especie monoembrionaria, es decir, que de cada semilla solo nace un individuo, al contrario, por ejemplo, que el Dracaena draco donde una sola semilla puede dar lugar a dragos dobles o triples. Por otro lado la capacidad de brote de cepa, poco común en los pinos, pudiera explicar una ramificación basal tan baja en respuesta a fuertes perturbaciones en edad juvenil. Pero si nos paramos a pensar en tan singular aspecto, también cabe la teoría de que el Pino de la Mano de Dios pudiera tratarse, en realidad de diferentes pinos que encontrándose muy cercanos se fusionaron, soldando sus maderas hace ya muchos años.
Cazadores de árboles
Esta posible teoría, tal y como nos cuenta el investigador Luis Gil, sería fácilmente demostrable realizando un análisis de ADN nuclear y estudiando la edad en cada pernada. También desenterrar parcialmente las raíces –con todos los mimos del mundo– ayudaría a demostrar esta teoría, sin precedentes conocidos para Pinus canariensis.
Sea o no cierta esta teoría, el Pino de la Mano de Dios constituye por sí mismo un micropinar dentro del pinar. Parafraseando al compañero Cesar Javier Palacios, “los cazadores de árboles excepcionales nos enfrentamos a una de nuestras mejores piezas”, si bien añadiría que, en este caso, el cazado no es otro que el propio observador. Posicionarnos frente a tan cautivador ejemplar, además de arrancar todos los respetos y reverencias, provoca una poderosa atracción, una llamada de la naturaleza para encaramarse a su regazo. Tras la invitación, una vez situados en esta enorme palma, la sensación es como encontrarnos en un portal hacia otra dimensión.
-----