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Channel: VENERABLES ÁRBOLES
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ANA MANZANO PERAL (Cantabria)
No es sencillo ser árbol
en www.iconosmedievales.blogspot.com


(Fragmento)

En realidad, ser árbol es agotador. Me refiero a ser árbol por parte de padre y de madre, anclado día y
noche a una tierra que se comporta caprichosa con los minerales y los nutrientes y también pendiente de un cielo inalcanzable, a la espera de lluvias que refresquen nuestras hojas.
Ser árbol significa estar siempre de pie y con los brazos abiertos, suspendidos, en tensión, aunque haya mañanas en las que no desees abrazar ni el musgo de tu corteza. Es clavar los pies al suelo, hundirlos muy hondo y nunca echar a andar. Ser árbol, como los de mi especie, es empezar a desnudarse en septiembre y soportar, sin morir, que el frío te congele hasta la savia, mientras el viento te azota su ira invernal.
A veces somos testigos del amor si en nuestra sombra los amantes se roban un beso. Y otras veces, desecados por el tatuaje de un corazón en nuestra corteza, ese amor nos condena a morir sin remedio, aunque el amor ya no exista.
Ser árbol es también poner la mirada en el cielo, extender los dedos, las ramas, hacia las nubes, escuchar a los pájaros susurrar los secretos de sus vuelos y anhelar el azul, consciente del anclaje eterno.
Los del mar. Tienen algo de tenebrosos esos troncos rotos que la mar deposita en las orillas. Traen en sus posturas forzadas e imposibles trazas de haber presenciado el horror de las corrientes en los abismos. Han perdido la candidez arbórea de nosotros, sus congéneres de los bosques, y su crujido aún duele días después de haber muerto de marea y sal. La vida va y viene, como las olas, como el mar.
O los del fuego. Ennegrecidos, tiznados, torturados, asfixiados, retorcidos y en el peor de los casos acabados por delincuentes arbóreos. A éstos, ni agua. A los que los salvan, el homenaje del oxígeno limpio y el frescor de la sombra.
(...)
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Article 3

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IGNACIO ABELLA (Vitoria)
El gran árbol de la humanidad

Este es un libro que ya lleva unos meses en el mercado pero es ahora cuando lo he visto.

Ignacio Abella, a través de leyendas e imágenes del arte primitivo, nos ofrece un viaje en el tiempo, una panorámica de la memoria mítica colectiva protagonizada por los árboles.
Su lectura nos anima a echar de nuevo raíces y a recorrer el camino que nos devuelve hacia el bosque.

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Article 2

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DANITH URANGO TUIRAN (Colombia, 1951)
Bonga*

Gorda vegetal,
sinuanía redonda,
círculo gigante
donde cabe el lenguaje del Sinú.
Ábrete para meterme,
en tu mundo cerrado
labraré un verso fantástico.

Préstame tu anchura
préstame tu longevidad
para ser antiguo contigo,
saber la profundidad de la tierra,
el tiempo de la tierra,
y cuando el Sinú empezó su carrera hacia el mar.

Me iré por caminos
a escribir en cada bonga
la canción montuna,
la décima, el canto de vaquería,
el grito del monte,
la epopeya de los árboles,
la tragedia de las hojas,
la épica de las raíces.

Entrégame tu cuerpo
bonga de todos los caminos,
para tatuar los versos
sin erir tu carne,
para grabar
sin afectar tu corazón
poemas que den sentido
a la vida de los caminantes,
a la vida de los que cargan el hacha
para que no se ensañen,
de los que cargan la motosierra
para que no sean violentos.

Soplad sobre los frutos abiertos,
soplad oh viento,
llevad la semilla "más allá del río
después de los árboles"
los que aún no nos miran
conocerán la inmensidad de la sinuanía.

*Bonga = Ceiba petandra
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Article 1

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CAMILO CASTELO BRANCO (Lisboa, 1825-1890)
A "acácia" do Jorge

de Dias com árvores

Jorge, o "filho louco" de Camilo Castelo Branco, plantou em 1871, tinha então 8 anos, uma árvore junto à escadaria de pedra no terreiro da casa de S. Miguel de Seide. A esta árvore se refere Camilo várias vezes, como em Durante a febre:

Quando a Acácia do Jorge ainda outra vez inflore,
Chamai-me, que eu de Abril nas auras voltarei
.

A árvore não é uma acácia, mas uma robínia. Um deslize em taxionomia que não ofusca o apego de Camilo ao convívio com a natureza, alimentado pelas léguas palmilhadas desde a infância em pedregosas ladeiras de serra. Camilo chegou a ser um peregrino convicto de arvoredos, córregos e morros de terra agreste, aldeias, costumes e lendas populares, que depois transfigurou em palco de prosa admirável.
Estas árvores são minhas amigas há vinte e sete anos.
Vim hoje aqui despedir-me delas: creio que para sempre me despeço.
Tenho que abraçar as mais diletas e confidentes: umas que já eram velhas quando, em minha infância, as vi; outras, que eram tenras então, e agora bracejam frondes de luxuriante mocidade. Eu já encaneci; e elas verdejam exuberantes de seiva.
Faço trinta e oito anos, inclinado à sepultura; e elas têm três séculos que viver, trezentas primaveras para se vestirem de galas novas. Meus netos virão saborear-se em vossas sombras, ó carvalheiras, ó verdes pavilhões que me cobristes nas máximas tristezas e alegrias de minha vida!
Seria engodo ao riso andar-me eu aqui abraçando árvores, se alguém me visse
...

O excerto que aqui coloquei em itálico é do início da novela de Camilo, "No Bom Jesus do Monte", que conta a história de Fanny Owen.
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JUAN JOSÉ HOYOS (Colombia, 1953)
El señor de los árboles

Relato basado en hechos reales. Publicado originalmente en el periódico El Colombiano de la ciudad de Medellín (Colombia) el 2 de Enero de 2006


Antes de ponerse el saco y la corbata para irse a trabajar, el señor de los árboles se levanta casi todos los días con el sol y camina por las calles de mi barrio con los ojos puestos en el cielo, mirando uno a uno los árboles que ha sembrado durante muchos años. Mientras camina, habla con sus hijos; los toca; los acaricia; les arranca líquenes y hongos; los limpia de plantas parásitas dañinas que ha traído el viento. Si es verano, les echa agua. Cada cierto tiempo, les quita las hierbas y la maleza que los asfixian y les echa los abonos que compra con plata de su propio bolsillo.
El señor de los árboles es alto, grueso y de ojos azules. Y aunque hace tiempos es un hombre de ciudad, sus manos tienen la misma apariencia de las de un hombre del campo. Nació en la vereda Santa Isabel, situada en Andes, en el suroeste de Antioquia. Su familia fue propietaria de miles de hectáreas de bosques. Antes de que él naciera, su abuelo compró muchas tierras en los límites de Antioquia y Chocó para librarlas de la mano criminal del hombre y cuidar las cuencas de algunos ríos que todavía hoy surten de agua a miles de campesinos que habitan los valles de los ríos San Juan y Tapartó.

Trabajó durante años en empresas del Estado que fueron creadas para velar por la protección de las cuencas de los ríos y la conservación de los árboles. Pero no aguantó más cuando empezó a ver de cerca tanta politiquería, tanta corrupción y tantos abusos contra la Madre Tierra cometidos por esos funcionarios cuyo deber era hacer todo lo contrario de lo que hacían. Desilusionado, decidió conseguir un puesto de profesor en una universidad de Medellín. Sin embargo, jamás renunció al legado de su abuelo. Y en los últimos cuarenta años, trabajando solo, como un lobo de las estepas, o a veces con la ayuda de algunos estudiantes de Calasanz, pobló de árboles las cuencas de las quebradas y las calles de varios barrios del occidente de Medellín, entre ellas -muchas gracias, Don Nicanor, en nombre de todos- las calles de mi barrio. Por eso hoy esas calles están llenas de acacias amarillas y rojas, guayacanes rosados y amarillos, tulipanes africanos, mangos y gualandayes, flores de reina, cerezos del gobernador, confites, nísperos, acacias forrajeras, jazmines de la India?
Cada uno de esos árboles tiene una historia. Los muertos y los vivos. Entre los muertos, está "el árbol de mamá", una flor de reina que él sembró en memoria de su madre y que unos vecinos mandaron cortar. Está el árbol que cortó una empresa de vallas publicitarias para montar en su lugar un aviso invitando a votar por la senadora Piedad Córdoba. También están los árboles que mandó secar a punta de aceite lubricante el dueño de unos buses que se quejaba de que las ramas de los árboles estaban rayando las carrocerías de sus carros.
Entre los vivos, están los árboles que él siembra cuando muere un amigo. "Cada árbol tiene una historia" dice, mientras camina, llevando una carretilla con un árbol que piensa sembrar antes de que el sol esté muy alto. "Por ejemplo, este árbol. Aquí vivía un señor al que lo secuestraron y lo mataron. Yo lo sembré en su honor".
El señor de los árboles vive en una casa con un solar donde uno se siente como en una selva del trópico. El solar está lleno de árboles y helechos y bandejas de comida para los pájaros, que llegan a montones. En la mitad del solar hay un letrero que dice: "Prohibido cazar".
El señor de los árboles no dice su nombre. Dice que es un ciudadano más de nuestra ciudad que sólo está haciendo lo que debería hacer el Estado, lo que debemos hacer todos: cuidar la vida, cuidar la Madre Tierra, cuidar el aire que respiramos, cuidar los árboles.
A veces, el señor de los árboles se pone de mal genio. Sucede cuando llegan los trabajadores del Municipio de Medellín armados de motosierras y empiezan a cortar los mismos árboles que él ha sembrado con paciencia durante décadas. Ellos dicen que lo hacen para que no dañen las líneas telefónicas y eléctricas. Él les dice que hoy ya existen cables eléctricos ecológicos que pueden convivir sin problemas con los árboles. Pero ellos no le hacen caso, piensan que está loco, y siguen con su tarea de muerte. Detrás de ellos va un camión con una trituradora que convierte en aserrín, en un abrir y cerrar de ojos, cada rama, cada trozo de árbol que ellos cortan. De vez en cuando, el señor de los árboles también pelea con los trabajadores del Municipio que vienen a podar los árboles. "Ellos no los podan, los mutilan" dice. Cuando ve que llegan al barrio contratistas de las Empresas Públicas, él gasta varias horas de su día vigilando las cuadrillas de obreros que rompen las calles y las aceras para que no vayan a tocar las raíces de sus hijos porque ya han matado a varios.
La semana pasada me levanté a recorrer con él las calles de mi barrio y a sembrar unos cuantos chumbimbos, unas acacias amarillas, un tulipán africano. Entonces me di cuenta de que el señor de los árboles es un hombre terco. "Vea" me dijo, mostrándome un hueco. "Aquí he sembrado más de cinco y todos se los han robado. Pero hoy voy a sembrar otro". Le dije que yo quería sembrarlo. Era un chumbimbo. Cuando acabamos, los dos estábamos sudando porque en el cielo el sol ya estaba muy alto. "Ya tiene su árbol en el barrio" me dijo él, con una sonrisa, viéndome echarle agua con una regadera. "Espero que tenga muchos más". Sus palabras me quedaron resonando. Desde ese día, lo confieso sin pena, cada que paso junto a él, le hablo y le toco las hojas. Si no hay gente cerca, a veces hasta me orino en sus raíces para que crezca rápido, antes de que se lo roben.
Colombia es un país de contrastes. De un lado, por ejemplo, tiene parlamentarios que son capaces de aprobar con trampas, a pupitrazo limpio y sin el menor asomo de vergüenza, una ley que permitirá a las compañías madereras convertir en aserrín millones de árboles de nuestros bosques, despojando "legalmente" de sus tierras a miles de negros y de indios que los habitan desde hace siglos; una Ley Forestal que debería más bien llamarse La Ley de las Motosierras.
Pero del otro lado, gracias a Dios, Colombia también tiene gente que no sólo piensa en el dinero y que ama la vida y lucha por ella cada día? Como el señor de los árboles.

(El Colombiano 2 de Enero 2006)
Protesta en la 43, Medellín, 2013
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PARAÍSO DEL JACARANDÁ
Pretoria - Sudáfrica

Durante los meses de octubre y noviembre, Pretoria se transforma en una masa de color púrpura brillante !los árboles de Jacarandá en flor! Los Jacarandás se alinean en las calles y salpican los parques y jardines de toda la ciudad y una bóveda de flores atraen a las abejas..
Se estima que hay entre 40 000 y 70 000 árboles de Jacarandás en Pretoria - apodada  Jacarandá City -. En octubre y noviembre, al final de la primavera austral, despliegan su espectacular show de cada año. También hay cerca de 100 raras Jacarandás blancas que se pueden encontrar en Herbert Baker Street en Groenkloof.


Las Jacarandás son indígenas de América del Sur, pero su historia en Sudáfrica comienza en la década de 1880, cuando fueron importados de Argentina. En 1888 dos árboles fueron plantados en una escuela en Arcadia. Su popularidad como un árbol de la calle pronto despegó y ahora se alinean muchos kilómetros de calles en todo Pretoria.

Los Jacarandas se han convertido en una gran parte de la cultura de Pretoria tal, que una estación de radio local incluso ha sido nombrado Jacaranda FM. Por desgracia, ya que el árbol de Jacarandá es exótica, es considerado como una planta invasora, por lo que no se permite plantar nuevos árboles. Se han aprobado recientemente leyes que permiten que a los árboles existentes se les mantenga, pero no podrán ser sustituidos cuando mueran.

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ROBERT FROST (San Francisco, 1874-1963)
Abedules

Cuando veo abedules oscilar a derecha
y a izquierda, ante una hilera de árboles más oscuros, 
me complace pensar que un muchacho los mece. 
Pero no es un muchacho quien los deja curvados, 
sino las tempestades. A menudo hemos visto
los árboles cargados de hielo, en claros días 
invernales, después de un aguacero.
Cuando sopla la brisa se les oye crujir,
se vuelven irisados cuando se resquebraja
su esmaltada corteza. Pronto el sol les arranca
sus conchas cristalinas, que mezcla con la nieve... 
Esas pilas de conchas esparcidas diríase
que son la rota cúpula interior de los cielos.
La carga los doblega hacia los mustios
matorrales cercanos, pero nunca se quiebran,
aunque jamás podrán enderezarse solos:
durante muchos años las ramas de sus troncos 
curvadas barrerán con sus hojas el suelo,
igual que arrodilladas doncellas con los sueltos 
cabellos hacia atrás y secándose al sol.
Mas cuando la Verdad se me interpuso
en la forma de un hecho como la tempestad,
iba a decir que quizás un muchacho,
yendo a buscar las vacas, inclinaba los árboles...
Un muchacho que por vivir lejos del pueblo
sólo sabe jugar, en invierno o en verano,
a juegos que ha inventado para jugar él solo.
Ha domado los árboles de su padre uno a uno 
pasando por encima de ellos tan a menudo
que nada les dejó de su tiesura.
A todos doblegó; no dejó ni uno solo
sin conquistar. Aprendió la manera
de no saltar de un árbol sin haber conseguido 
doblarlo contra el suelo. Conservó el equilibrio
hasta llegar arriba, trepando con cuidado,
con la misma destreza que uno emplea al llenar
la copa hasta el borde, y aun arriba del borde. 
Entonces, de una envión, disparaba los pies
hacia afuera y saltaba del aire hasta la tierra.

Yo fui también, antaño, un columpiador de árboles; 
muy a menudo sueño en que volveré a serlo, 
cuando me hallo cansado de mis meditaciones, 
y la vida parece un bosque sin caminos
donde, al vagar por él, sentirnos en la cara 
ardiente el cosquilleo de rotas telarañas,
y un ojo lagrimea a causa de una brizna,
y quisiera alejarme de la tierra algún tiempo,
para luego volver y empezar otra vez.
Que jamás el destino, comprendiéndome mal, 
me otorgue la mitad de lo que anhelo
y me niegue el regreso. Nada hay, para el amor, 
como la tierra; ignoro si existe mejor sitio.
Quisiera encaramarme a un abedul, trepar,
por las ramas oscuras del blanquecino tronco
y subir hacia el cielo, hasta que el abedul, 
doblándose vencido, me volviese a la tierra. 
Subir y regresar sería muy hermoso.
Pues hay cosas peores en la vida que ser
un columpiador de árboles.
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Autorretrato-preso
QUINO, MAFALDA y los árboles (Argentina, 1932)


Joaquín Salvador Lavado Tejón, nace en la región andina de Mendoza, el 17 de julio de 1932. Desde su nacimiento fue nombrado Quino para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón, pintor y diseñador gráfico, con el que, a los tres años de edad, descubrió su vocación, y de allí al mundo.

BIOGRAFÍA


Estas son las historietas con árboles que he encontrado para hacer un homenaje al genial Quino, cuando va a recibir el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014.


...inteligente, irónica, inconformista, contestataria, sensible...
... 50 años soñando con un mundo más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos...
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EL MONTE, NUESTRO MÁS VIEJO AMIGO
de... Montesdesocios y El bosque habitado


"El monte, nuestro más viejo amigo" nos muestra el trabajo que la Asociación Forestal de Soria desarrolla de cara a la recuperación integral de los montes de socios. Desde su identificación y localización documental hasta su gestión y aprovechamiento sostenible, pasando por su saneamiento mediante la constitución de Juntas Gestoras. El film nos descubre los problemas ancestrales de estos territorios, agravados por la emigración, y las soluciones que se aportan para su puesta en valor.
A lo largo del documental veremos cómo la recuperación de los montes de socios supone rescatar el espíritu de solidaridad que en su día unió a los vecinos en torno a sus tierras, cómo logra recuperar los paisajes y las formas de uso tradicionales, cómo permite reintegrarse en la comunidad local a aquellos que un día tuvieron que marchar.
Los montes de socios son hoy punto de encuntro y motor de revitalización de nuestros pueblos.


Tríptico
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JACQUES PRÉVERT (Francia, 1900-1977) 
Tant de forêts...

Tant de forêts arrachées à la terre
Et massacrées
Achevées
Rotativées

Tant de forêts sacrifiées pour la pâte à papier
Des milliards de journaux
attirant annuellement l´attention des lecteurs
sur les dangers du déboisement des bois et des forêts

                                                                           Dans... “La pluie et le beau temps”


Tantos bosques...
Tantos bosques arrancados a la tierra;
y masacrados,
acabados,
roturados…

Tantos bosques sacrificados para pasta de papel
de millares de diarios
que anualmente llaman la atención de sus lectores
sobre el peligro de la deforestación de bosques y selvas…



AS FOREST...
So many pull out earth forests
And massacred
finished,
broke up...

So many forests sacrificed for pulp
Billions of newspapers
attracting attention of readers yearly
about the deforestation woods and forests dangers...

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CÉSAR DÁVILA ANDRADE (Ecuador, 1919-1967)
Canción espiritual del árbol derribado


No fue el ciclón con sus campanas desgarradas. 
Fueron los hombres que viven a tu sombra. 
Trajeron hachas finas por el aire. 
Trajeron siete hachas por el aire. 
Siete delgadas concubinas de odio. 
Fue una tarde de ancho ocaso rojo. 
Tenían los leñadores sal verde y afilada en las axilas. 
Los golpes de las hachas corrían por el bosque 
con pies planos y huecos. 
Se volvían las ramas azules de sonido. 
Hasta que cayó el árbol sobre el dulce costado 
cual alto dios antiguo, 
con un ruido plural de abejas verdes 
y venas arrancadas.

Con aroma de pan y de azucenas se abrieron sus cimientos. 
Pero quedó su alma: una fruta alargada y transparente, 
sin agua, sin albúmina, sin tiempo. 
Su alma de libres llamas corporales, con cintura de heno 
y pálida camisa de avena.

Con un temblor de candelabros líquidos 
entró en la inmensa desnudez del cielo.
Se hizo un gran silencio de manzanas vacías, 
y de la orilla de todos los bosques 
partieron a la música navíos, 
y una hojarasca de aves invisibles. 
El viento prolongó, al pasar, mi pulso, 
y la materia ardiente de mis sienes. 
El viento llenó el agua de cipreses y silencio. 
El alto viento levantó del árbol la sustancia anillada de la música, 
el peso de acuarela de los pájaros, las balas de coral de la madera.

Qué material tan puro el de sus yemas. 
Qué cera tan sagrada la que entreabrió sus flores
en tenue sexo de inquietos alfileres.

¿No volveremos a ver manos azules 
subiendo por el aire del otoño? 
¿No veremos ya más su domingo encendido de cerillas 
por los niños traslúcidos del día? 
¿No veremos ya más esa muchacha ciega 
que en puntillas buscaba una sortija de resina?

Deja que ponga bajo tu nuca blanca 
esta almohada inquieta de peces de mi anhelo.

No has muerto. No eres hijo de odio ni de muerte. 
Vives ahora en el piso más delgado de los cielos.

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TÚNEL DE GINKGOS, Tokio

El Gingko biloba es un árbol muy venerado en la cultura japonesa. Es conocido como el fósil viviente.

Alrededor de 65.000 ginkgos hay en calles, jardines y parques de Tokio. El túnel que se ve en las fotos se encuentra en el jardín exterior de Meiji Shrine.



Un golpe de viento es suficiente para que las hojas del ginkgo comiencen a caer, hasta ese momento una cúpula amarilla cubre los paseos.
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MAGDA STELLA QUINTERO (Colombia, 1935-1998)
El árbol

El árbol amigo
que das tu sombra,
árbol hermano
que frutos das,
árbol que entregas
tantos aromas
nidos y trinos,
aves y paz.

Árbol amigo
yo te saludo,
árbol hermano
cúbreme ya!
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ÁNGEL MARÍA GARIBAY (México, 1892-1967)
La palmera

Es noche oscura (claro está, sin luna),
es un fantasma, una visión grotesca;
más bien que un árbol tropical, es una
sanguijuela monstruosa, gigantesca.
Su talle majestuoso y altanero
se adentra por las célicas negruras,
y su copa, dijérase el plumero
con que limpia San Pedro las alturas.
En las horas de sol esplendoroso
trepa en busca del dátil sustancioso
un negro con aspecto de cloaca,
y a su sombra movible y reducida,
una dama de faz oscurecida
se mece dulcemente en una hamaca.
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CRISTINO GASÓS (Huesca, 1876-1944)
Los árboles

                              A los niños
La cuna en que nuestra madre
nos mece en la edad primera,
la lumbre de los hogares
de las risueñas aldeas,
el techo que nos cobija,
los muebles que nos rodean,
las flores que nos perfuman,
los frutos que nos sustentan,
los libros en que estudiamos
y el arca en que nos entierran;
son producto de los árboles
que véis crecer por doquiera.

Unos nos dan el carbón
que resulta de su quema;
otros nos dan las resinas
y gomas de sus cortezas;
éstos prestan a la Industria
el corcho que les rodea;
aquéllos dan medicinas
que calman nuestras dolencias;
algunos sirven de pasto
a los gusanos de seda;
no pocos nos suministran
sus colorantes materias;
varios nos dan el papel
de que se sirve la Imprenta;
muchos producen las frutas
sabrosas que nos deleitan;
una infinidad de ellos
nos ofrecen las maderas
que inteligentes artistas
trabajan y pulimentan
para construir los muebles
y decorar las viviendas
y hacer los miles de objetos
que se fabrican con ellas;
todos nos dan sus perfumes
y delicadas esencias
cuando se visten de flores
al llegar la Primavera;
y aquel que menos produce,
el más pobre de la selva,
nos da en verano su sombra
y en el invierno su leña.

En ellos cantan los pájaros
sus armoniosos gorjeos,
y tejen sus lindos nidos
el ruiseñor y el jilguero.
Bajo ellos duermen la siesta
el zagal y sus corderos,
y jugueteáis vosotros
y hacen oración los viejos;
y, a su sombra, en el verano,
y, a su abrigo, en el invierno,
descansan de sus fatigas
nuestros sufridos labriegos.

Ellos encauzan los ríos
que de sus cauces salieron;
ellos calman y moderan
el ímpetu de los vientos;
y son imán de las lluvias,
y enriquecen los terrenos,
y purifican la atmósfera,
y son el sostén del suelo
cuando lluvias torrenciales
amenazan removerlo,
y evitan de los aludes
los perniciosos efectos,
y son filtro de las aguas
que manan las fuentes luego,
y dan belleza al piasaje,
oxígeno a nuestros pechos,
placidez a nuestras almas
y vigor a nuestros cuerpos.

Ya que los árboles son
tan generosos y espléndidos
que tantas cosas nos dan
lo mismo vivos que muertos,
tratadles, queridos niños,
con cariño y con respeto,
y nutrirles con abonos
y calmad su sed con riegos:
que ellos tienen hambre y sed
como nosotros tenemos.
Así les demostraréis
vuestro reconocimiento;
os tendrá la sociedad
por ciudadanos modelos;
cumpliréis con vuestra patria
los deberes que tenemos
de acrecentar su riqueza
y fomentar su progreso;
seréis fuertes como robles,
vigorosos como cedros,
gentiles como palmeras,
diligentes como almendros,
provechosos cual naranjos
y alegres como cerezos;
y no seréis alcornoques,
ni membrillos ni canelos.

Amad, niños, a los árboles
con ese amor puro y tierno
que es patrimonio exclusivo
de los corazones vuestros;
y procurad imitarles
viviendo lo mismo que ellos,
puestos los pies en la tierra
y la mirada en el Cielo.

Publicado por arolgasp 
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LOS AMANTES ÁRBOLES

Publicado para el Concurso: “Colunga Mágica", de Teresa y Víctor (COMPLETO)

fragmento 

(...) Sólo entonces me di cuenta que no era un solo árbol, sino dos, cuyas ramas se entrelazaban, se retorcían las unas contra las otras como si de dos amantes se tratase, unas veces con amor, otras con odio feroz, causando la sensación de algo unificado, compacto que producía en quien lo miraba una sensación de asfixia.
-¿Ellos sueñan?- Miré al Nuberu con incredulidad.
-Sí -me dijo-
-Pero si sueñan, sin duda tú los has despertado al colgar en ellos mi ropa.
-Ya estaban despiertos cuando colgué allí tu vestido- Replicó el Nuberu- Pero fueron ellos los que me pidieron que lo hiciera. Podría haberlo colgado en cualquier otro lugar.
¡Vamos!- dijo-Te contaré una historia.
Y acariciando con suavidad la superficie rugosa del tronco de los árboles, el Nuberu no paró de hablar y de hablar con los ojos cerrados como si ese gesto le trasladase a una época remota.
Resulta- Empezó a decir- Que hace mucho tiempo, vivieron aquí dos clanes que se odiaban a muerte.
Ese campo de lavanda en el que tú te has tendido hace unos instantes, fue testigo de una gran batalla. Entonces, no había ninguna flor por aquella época y la tierra se nutría de la sangre de los guerreros cuyos cadáveres de uno y otro bando habían dejado abandonados sin derecho a enterramiento.
Este lugar se consideraba maldito por alguna razón para ellos. Bueno- Dijo el Nuberu sonriendo- En realidad si sé por que les asustaba tanto. La razón éramos nosotros, los espíritus del bosque.
Sucedió que el jefe de uno de los clanes al regresar de la batalla y contar las bajas y los supervivientes de sus hombres, descubrió que le faltaba uno: El más importante, su hijo.
Muerto de dolor y rabia regresó a este lugar en busca de su Lugo, su vástago pero resultó que se había hecho de noche.
Los espíritus nocturnos del bosque se habían despertado y con sus gritos, ahuyentaron a las tropas que no pararon de azuzar a sus caballos hasta que se encontraron muy lejos del páramo.
Muchos de ellos enloquecieron…
Asustados los otros, juraron que no volverían a poner un solo pie en el campo de aquella matanza pues los espíritus de los muertos pululaban por allí adueñándose de todas las almas que encontraban a su paso. Ante el miedo de aquellos sus aguerridos guerreros, el padre, no tuvo más remedio que claudicar y resignarse a la muerte de Lugo, su hijo pequeño.
Pero el padre tenía otros dos hijos más que le sucedieran a su muerte por lo que la muerte de Lugo tampoco era un mal tan irreparable…
No muy lejos de allí, en una aldea vecina, una dama de hermosos ojos azules, casi violetas, hija del cabecilla del clan contrario, dirigía sus pasos hacia este lugar.
La joven rebelde cuyo nombre era Daanan, en honor a una diosa protectora, contradijo las órdenes de su padre que insistía que en aquel lugar en el que habían muerto tantos de los suyos y muchos de sus odiados enemigos, estaba impregnado de una oculta maldad a la que no quería ver expuesta a su propia hija.
Habían trascurrido apenas dos días desde la mortal batalla y sin embargo, las leyendas sobre lo que allí acontecía por las noches ya campaban por todas partes.
Daanan, quería ir a bañarse en el río, como acostumbraba a hacer y no quería perder la costumbre a pesar de todo lo que había ocurrido.
Había ya anochecido cuando Daanan se dio un baño en las frías aguas del río bañadas por la pálida luz de la luna.
Daanan se quedó un segundo quieta antes de salir, escuchando embelesada el canto de las lechuzas y los grillos.
Cuando finalmente se decidió a salir era aún más de noche. Daanan no tenía miedo al bosque, al que debía volver para llegar a su poblado tras atravesar el campo y el río. Era una chica valiente a la que ni siquiera los aullidos de los lobos conseguían amedrentarle pero la idea de pasar entre todos aquellos cadáveres no le resultaba en absoluto divertida.
Se puso el vestido con rapidez y caminó por encima del campo sembrado de muertos intentando no pisarlos ni mirar abajo por temor a reconocer algún rostro entre ellos.
Se disponía a dar un último paso cuando sintió que una mano aferraba su tobillo lo que le hizo proferir un grito de terror.
-¡Ayuda!- Sintió una voz débil que provenía desde abajo.
Ante ella se arrastraba un hombre joven, apuesto, gravemente herido por una lanza bajo el costado.
La herida tenía muy mal aspecto.
Daanan se arrodilló ante el joven y tomó su hermoso rostro entre sus manos. Este, finalmente dejó caer hacia atrás su cabeza, palideció y pareció que dejaba de respirar. Asustada, la joven, volvió a hundir sus tobillos en las frías aguas del rió en dirección a la vegetación que crecía cerca de la cascada.
Tomó de allí cuantas hierbas necesitaba para curar al joven, las mezcló con barro y agua del manantial y volvió a su encuentro corriendo a toda prisa.
Le arrancó la lanza, limpió la herida y cubrió el agujero que había dejado el arma sobre las costillas del joven con el emplaste que había fabricado a base de agua, barro y plantas medicinales.
Luego, le dejó abrigado de todos aquellos cadáveres, vigiló su fiebre y le habló continuamente para evitar que el joven Lugh acabase durmiéndose.
Cuentan que la bella Danaan acudía a escondidas al encuentro de su amado, día tras día. Robaba alimentos del poblado y también medicinas.
Su amor por el enemigo de su padre era tan grande que ya no le importaba lo que podría ocurrir si éste llegaba a enterarse.
Pero la suerte, no acompañaba a los enamorados.
Receloso por el extraño comportamiento de su hija, el caudillo, se hizo acompañar de uno de sus mejores hombres y al abrigo de la noche sorprendieron con estupor a la muchacha que besaba con ternura al hijo de su peor enemigo y lo que era aún peor curaba sus heridas y le proveía de alimentos..
Ya no había marcha atrás.
De haber estado sólo, el caudillo tal vez habría hecho la vista gorda ignorando tan grande traición. Pero había un testigo. Y su hija y el hijo de su enemigo debían tener un escarmiento público.
Los quemaron juntos en este mismo lugar, cerca del río.
Cuentan, que compadecidos por tanto amor, los espíritus del bosque sembraron estos campos con la flor de lavanda en recuerdo a la hermosura de los ojos de ella y que de las cenizas de sus cuerpos abonaron la tierra de la que crecieron dos árboles que los representan.
Dos árboles que se complementan el uno, al otro, que se abrazan, que se retuercen, cuyas raíces se hunden fuertemente en la tierra y miran siempre al cielo y que pase lo que pase no se separan nunca.
Si te fijas querida Silvia- Dijo el Nuberu finalmente abriendo los ojos- Podrás ver como sus ramas dibujan la suavidad y belleza de dos rostros que se miran embelesados.
-Es una historia muy hermosa- Dije mirando los árboles y comprobando efectivamente lo que el Nuberu me decía.
Permanecí allí con él mirando los árboles, acariciando como el nuberu la superficie rugosa de sus troncos. Así se hizo de noche.
(...)
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ARBOLAPP

Del "Blog de la Tabla", gracias

Arbolapp es un aplicación gratuita basada en la investigación del Real Jardín Botánico del CSIC que te ayudará a identificar los árboles silvestres de la Península Ibérica y las Islas Baleares, financiada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Parece una imitación del programa americano "leafsnap" pero sea bienvenido.
¡Descárgatela y disfruta de la naturaleza y de la ciencia!
A la hora de encontrar el árbol buscado, la app muestra curiosidades de la especie como que 'La Gioconda' está pintada sobre una tabla de álamo. También, que los frutos del madroño contienen alcohol y su consumo excesivo puede provocar borrachera o que en el Antiguo Egipto se usaban los frutos del almendro para ajusticiar a los criminales.

Arbolapp incluye:
  • > 118 especies: todos los árboles autóctonos y los más frecuentemente asilvestrados en Andorra, Portugal continental, España peninsular y las Islas Baleares. Cada especie cuenta con un mapa de distribución, una breve descripción y una o varias fotografías.
  • > 2 tipos de búsqueda (guiada y abierta) entre las que el usuario puede elegir libremente para identificar especies de manera intuitiva.
  • > Más de 300 ilustraciones que facilitan la identificación de especies.
  • > Cerca de 400 fotografías con los detalles más característicos de cada especie.
  • > Un glosario con más de 80 términos.
Los contenidos están orientados a todas aquellas personas que deseen iniciarse o profundizar en el conocimiento de los árboles de su entorno. Por ello, se ha hecho un esfuerzo por utilizar un lenguaje asequible y explicaciones sencillas sin abandonar el rigor científico.
Arbolapp funciona de manera autónoma sin conexión a internet, por lo que es de gran utilidad en excursiones a la naturaleza.

¿Dónde podremos utilizarlo?

Arbolapp funciona de manera autónoma sin conexión a internet, por lo que podremos utilizarlo en cualquier excursión a la naturaleza dentro de la Península Ibérica y las Islas Baleares.
Las explicaciones, sin abandonar el rigor científico, están hechas en un lenguaje asequible, de modo que pueda ser útil para toda persona que quiera iniciarse o profundizar en el conocimiento de los árboles de su entorno.
Dicho esto, poco más hay que añadir, porque al descargarla podremos empezar a aprender, a descubrir y, lo que es más importante a conocer mejor nuestros árboles. Cada vez más cerca de ellos. Cada vez más amigos.

Recurso didáctico en las aulas
El coordinador del proyecto, Eduardo Actis, ha incidido en que esta app es "una buena herramienta para que el ciudadano de a pie pueda adquirir conocimientos de botánica de forma entretenida". "Lo interesante es que una experiencia lúdica, como es pasear por un bosque, se pueda transformar en aprendizaje, aunque creemos que también puede ser un recurso didáctico en las aulas", ha señalado.

En este sentido, la vicepresidenta adjunta de Cultura Científica del CSIC y responsable del proyecto, Pilar Tigeras, ha afirmado que el objetivo del proyecto es "trasladar a la ciudadanía el conocimiento científico, a partir de una experiencia que está al alcance de cualquiera". Además, Tigeras destaca que "la integración de las TIC y la búsqueda de nuevos formatos es una apuesta del CSIC a la hora de divulgar la ciencia".

Durante la elaboración de Arbolapp, que comenzó el pasado febrero, un equipo multidisciplinar ha intervenido en todo el proceso: desde la selección de las especies, hasta la toma de fotografías, la elaboración de los textos y el desarrollo de la línea gráfica. El biólogo y educador ambiental Felipe Castilla ha sido el responsable de los contenidos.

El lugar idóneo para utilizar la aplicación es el medio natural."Al centrarse en árboles silvestres, es decir, que crecen espontáneamente sin intervención humana, Arbolapp no incluye especies que solo se encuentran en parques, jardines, calles o terrenos forestales", comenta María Bellet, de la Unidad de Cultura Científica del RJB.

Los creadores de la aplicación apuntan que, con el objetivo de llegar a un público lo más amplio posible, la app está disponible en Google play y App Store tanto en castellano como en inglés. Asimismo cuenta con una página web ('www.arbolapp.es') con más información sobre su uso y contenidos.
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¿VALE LA PENA SALVAR NUESTROS BOSQUES?
Diario LEVANTE - 21.11.2014

Juan Ponce...
¿Vale la pena salvar nuestros bosques? Así, a bote pronto, pocos dirían que no, aunque no faltaría quien introdujera un depende. A esa duda se aferra el gobierno valenciano de Alberto Fabra, la consellera Bonig y algunos de sus alcaldes, para no realizar las inversiones necesarias para hacerlo. "Depende de lo que cueste", dicen, y aseguran que el precio por garantizar la vida de nuestra masa forestal, que rondaría los 30 millones de euros, es caro.
La prensa lleva tiempo alertando de que 300.000 hectáreas de pinares están amenazadas por diversas plagas, pero no es solo una amenaza. Cualquiera que haya visitado nuestros bosques en los últimos meses habrá visto extensiones crecientes de pinar que se secan, que se mueren, y es debido a estas plagas favorecidas por una sequía intensa y sin precedentes. Y no hay precedentes porque, aunque en nuestro clima las sequías son normales, el cambio climático global las está haciendo que sean cada vez más intensas.
¿Pero qué nos ofrecen estas formaciones vegetales? ¿Sacamos algún rendimiento que compense esos 30 millones? La respuesta, por extraño que parezca a los señores del PP, es bastante sencilla. Solo en territorio valenciano tenemos 1,3 millones de hectáreas de montes, la mitad de ellos poblados con una cubierta arbórea de pinos bajo la cual hay formaciones arbustivas diversas. Y aunque las cifras estimadas son dispares, los expertos coinciden en que una hectárea de bosque valenciano genera entre 500 y 5.000 euros al año en servicios ambientales según su calidad. Podemos afirmar pues, que de promedio cada hectárea genera al año al menos 1.000 €.

¿Y cómo se mide la calidad del bosque? 
Pues en función de su capacidad de prestar esos servicios ambientales, que básicamente son la producción del oxígeno que respiramos y la captación del CO2 que emiten el tráfico, las calderas y las industrias y que está generando el cambio climático. Y no solo eso. También tienen un papel fundamental en la regulación local del clima atrayendo las lluvias. Cuanto más denso sea el bosque más las atrae, y al mismo tiempo tiene mayor capacidad de retener el agua caída del cielo, lo cual previene inundaciones en zonas costeras y además recarga los acuíferos subterráneos. Los expertos también coinciden en que el principal riesgo de nuestras montañas es su erosión o pérdida de suelo fértil, ya que el suelo es el soporte del bosque y si se pierde el bosque es irrecuperable.
Además, los bosques mejoran la calidad paisajística, mantienen nuestra biodiversidad y ofrecen espacios de ocio cada vez más solicitados por un turismo rural en auge.

Todo ello valorado en al menos 1.000 euros al año por hectárea, de lo que podemos deducir que las 300.000 hectáreas amenazadas nos dan 300 millones de euros al año en servicios ambientales.
Si a eso se le suma que el plan de choque propuesto por Compromís no solo trata de frenar la plaga que afecta a nuestros bosques, sino que también afecta a la del paro (pues crearía unos 1.500 puestos de trabajo en 2015 en los 100 municipios afectados), resulta obvio que no hablamos de un gasto, sino de una inversión. ¿Seguro que no nos podemos permitir salvar nuestros bosques, señora Bonig?
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ÁRBOLES CON MÁS BIOMASA

Gracias a la biotecnología, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han logrado aumentar la producción en especies leñosas, lo que tiene un gran interés para el mercado energético.


Mediante la modificación de la expresión de genes responsables del desarrollo de ramas en el primer año de vida de las especies leñosas, investigadores del Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas (CBGP UPM-INIA), centro mixto de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), han demostrado que es posible aumentar la producción de biomasa de una plantación forestal, todo ello sin alterar las características de crecimiento ni la composición o anatomía de la madera. Estos resultados tienen un alto valor comercial para el mercado bioenergético y ya han sido protegidos mediante patente.
Plantación de chopos / Antonio Gil
Las yemas laterales de la mayoría de las especies leñosas de zonas templadas y frías no brotan durante la temporada en la que se forman. Estas yemas, denominadas prolépticas, permanecen latentes y no crecen hasta la primavera siguiente.
Sin embargo, en el álamo y algunas otras especies de salicáceas, así como en muchas especies tropicales, algunas yemas laterales brotan silépticamente, es decir, crecen durante la misma temporada en la que se forman.
De esta manera, la ramificación siléptica es capaz de aumentar el número de ramas, el área foliar y en general el crecimiento del árbol, en especial en sus primeros años.
Con esta base, investigadores de la UPM han utilizado un procedimiento biotecnológico para modificar los niveles de expresión del gen RAV1 (Related to ABI3 and Viviparous 1) que incrementa el desarrollo de ramas silépticas en especies leñosas. Así, los investigadores han conseguido aumentar la producción de biomasa de una plantación de chopo.
Este procedimiento de modificación genética, es potencialmente aplicable a cualquier especie leñosa y por tanto permite aprovechar las características adaptativas de dicha especie a un determinado hábitat.
Estos resultados tienen un gran interés para el mercado energético. En la medida en que se aseguren rendimientos de producción sostenibles de biomasa de especies leñosas, que no afecta a la demanda de alimentos, podrán mitigarse los efectos del calentamiento global así como mejorar la seguridad energética.
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PEDRO CÁCERES - Navaleno (Soria)
"Donde el monte no arde"
Rescatamos un notable artículo de la revista "Natura" de El Mundo del año 2007
¿No deberíamaos trabajar por el bosque TODO EL AÑO?

La comarca de Pinares Soria-Burgos, un ejemplo de buena gestión forestal desde hace más de un siglo, obtiene la denominación de Bosque Modelo, una etiqueta internacional que certifica la sostenibilidad de la explotación de la madera.
Las administraciones públicas españolas se gastaron el año pasado -2006- en prevención y extinción de incendios 721 millones de euros. Sin embargo, esta inversión no evitó que ardieran 150.000 hectáreas de terreno forestal, superficie equivalente casi a la provincia de Guipúzcoa. En la Península Ibérica hay fuego cada verano por todos lados. Menos en uno. Porque en esa negra España de las llamas hay un rincón en el que los incendios suenan a cosa lejana. Tan lejana como que el último gran siniestro data del siglo XIX. Es la comarca de Pinares Soria-Burgos, cuyos montes cubiertos en su mayoría por pino silvestre -Pinus sylvestris- forman la mayor masa continua arbolada de España.

Para averiguar cómo es posible que el mayor bosque del país no arda resulta interesante recorrerlo y descubrir que se trata de un lugar que ha convertido la madera en su principal medio de vida.
En la comarca de Pinares Soria-Burgos, el 41% de la población activa se dedica al sector de la madera. Unos 4.000 trabajadores faenan para 700 empresas. Y la actividad ha permitido que sea una de las pocas áreas rurales del interior peninsular que no perdió población en el siglo XX. La implicación de los habitantes con el monte, del que obtienen beneficios, y las políticas de ordenación forestal y gestión del territorio son la clave del éxito.
La visita podría empezar por Navaleno (Soria), un pueblo de 1.000 habitantes donde el paro es casi desconocido y que acoge a varias empresas dedicadas a la transformación de la madera y las setas. Junto a Navaleno se encuentra el monte de Pinar Grande, que cumple un siglo desde que fue sometido a ordenación forestal por primera vez. Lo que significa que, desde 1907, se sabe cuántos árboles hay, qué tamaño tienen, cuáles se van a cortar... y cuándo.
El jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Soria, José Antonio Lucas, lo tiene claro: «En esta comarca, los montes que mejor se conservan son los que más se han cortado». Su frase sonará subversiva a quienes tengan la idea de que la naturaleza debe permanecer siempre intocada. Pero resulta convincente cuando se observa el imponente aspecto de bosque maduro que tiene Pinar Grande. Nada hace pensar que lleva produciendo madera desde siempre. Sin embargo, el 15% de todas la talas de Castilla y León salen de esta comarca. Pese a lo cual los árboles no dejan de aumentar.
Una de las claves de la buena conservación de los montes es que los habitantes son beneficiarios directos. Como explica la alcaldesa de Covaleda, Concepción Martínez: «La propiedad es de los ayuntamientos. Los gestiona la Junta de Castilla y León, porque son montes de utilidad pública, pero el derecho de explotarlos es de los vecinos». De modo que, desde hace siglos, «debido a privilegios de poblamiento concedidos por los reyes desde el siglo XIII», cada persona nacida y residente en un pueblo pinariego tiene derecho a su «suerte de pinos». Realizada la tala anual, se reparten los ingresos. Según la alcaldesa, «pueden ser ahora unos 600 euros por persona, pero en los años 40 suponía mucho más y la gente vivía sólo de la madera de un año».
María Pascual, una joven consultora natural de Navaleno, piensa que «el respeto al monte se inculca en la comarca desde la infancia. Es nuestro patrimonio, y lo cuidamos. Si alguien hiciera algo malo en él los vecinos se le echarían encima». «Hay una relación directa, por la cercanía física al bosque, por los ingresos que genera y por el resto de servicios, como los turísticos, que produce. El monte forma parte de nuestra forma de ser», concluye María Pascual.
Dada la productividad y los valores emocionales ligados al monte, parece normal que todos lo cuiden. Sin embargo, el interés común no lo explica todo. En Galicia, donde el año pasado se calcinaron 90.000 hectáreas, la mayoría de los terrenos forestales son comunales, pero arden. Hay algún otro secreto. Y José Antonio Lucas lo tiene claro: «La situación idílica de nuestros días se debe a la gestión. Antes no era así. En 1868 ardieron 7.200 hectáreas de monte en la comarca. Pero no ha vuelto a ocurrir. ¿Por qué? Fue cuando vino la ordenación de montes para compatibilizar los usos, entre ellos el de los ganaderos, que querían pastos y no árboles. Ahora hay una rotación de espacio y de tiempo que evita los conflictos de intereses. Cada uno tiene su aprovechamiento».
Lucas explica el modo de proceder en un monte ordenado. «El terreno se divide en secciones, que cuentan con media docena de cuarteles, que se dividen a su vez en otros tantos tramos y estos en rodales». El rodal, que es la unidad última de medida, tiene unas 30 ó 40 hectáreas. En Pinar Grande el turno de corta de cada tramo es de 100 años, lo que significa que la parte que se explota hoy fue seleccionada para ello hace un siglo. Y cerca está el área que la sustituirá, de edad similar.
Lactarius deliciosus
De esta forma, siempre hay un abanico de paisajes, desde el área recién cortada al bosque maduro, pasando por distintas etapas de sucesión del bosque. También está regulada la explotación de la caza y estudiada la producción de las setas. Según Lucas, «los montes de 20-40 años son buenos para el níscalo ('Lactarius deliciosus') y los migueles ('Boletus edulis') crecen más en pinares de 60 a 80 años».
Boletus edulis
Todo parece medido, pero no se hace por sí solo. Cada etapa exige trabajos y algunos de ellos no son rentables por sí mismos. Tras la tala, puede brotar un denso pinar de 4.000 pies por hectárea. Sucesivas tareas de corta y clareo reducen los ejemplares y eliminan los árboles enfermos hasta dejar 350 por hectárea. La calidad lo agradece. Ésta es la única zona de España con una marca o denominación de origen de madera, llamada Pino Soria-Burgos.
Myrica gale
Los valores biológicos no se olvidan. Javier María García, jefe de la Unidad de Ordenación y Mejora del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Burgos, explica que las áreas donde crecen especies singulares como la 'Myrica gale', una pequeña planta de las turberas, se protegen especialmente. Tampoco se cortan los «cuarteles de cumbre» y se potencia el crecimiento de otras especies como robles o hayas. Además, añade Lucas, en cada sección hay un cuartel que nunca se corta, «como espacio de recreo y de valor paisajístico».
En el Aula Divulgativa del Bosque El Amogable, junto a Navaleno, José Antonio Lucas ha puesto en marcha un centro interpretativo de estas cuestiones. Pero es también un espacio de capacitación forestal y un centro de vigilancia ante el fuego que funciona de forma continua.
Mariano Torre Antón, director general de Medio Ambiente, explica que la Junta de Castilla y León ha logrado un acuerdo para que las cuadrillas antiincendios pasen «del régimen agrario al régimen general», con lo que ahora cobran más y trabajan todo el año y no sólo en verano, como ocurre en muchos lugares de España. De este modo, en El Amogable «tienen dos equipos de trabajo, el de corta y el de extinción», y dedican gran parte del año a las tareas de prevención y limpieza.
En la tierra de Pinares, el interés común -y el sentido común- lleva décadas haciendo realidad el mito del desarrollo sostenible. Sus montes, que ya contaban con el sello PEFC, un certificado internacional de buena gestión, están integrados desde el pasado 25 de abril en la Red de Bosques Modelo, una categoría nacida de la Cumbre de Río 92 en la que sólo están otros 42 lugares del globo.
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